Finalmente llegó el día en que tenía que empezar mi camino rumbo al Cabo Norte, y comencé batiendo mi propio récord. Como viajaba un día más tarde que el resto del grupo, además de perderme la visita a Tromsí¸ (aunque el clima no les permitió apreciar todo lo que tiene esta ciudad), debía agregar un vuelo más a la ya extensa ruta. Desde Málaga debía llegar hasta Tromsí¸ para unirme al resto del grupo y de allí seguir vuelo a Hammerfest. Siempre con rumbo Norte.
Se dice rápido: un autobús y 5 vuelos en 16 horas para salvar los 5.600 kilómetros que separan mi casa del aeropuerto de destino. Definitivamente, batiría mi propio récord que estaba por los 3 vuelos en 16 horas en un viaje memorable por otras tierras.
Del Marbella-Málaga en autobús, y del Málaga-Barcelona, los primeros dos tramos, no guardo especialmente ningún detalle significativo. Tal vez porque son segmentos que suelo viajar a menudo. Pero a partir de allí, comenzaría la verdadera ruta (aunque ya con un par de horas de trajín en las espaldas).
Barcelona - Copenhague: 3 horas
A partir de allí fui una pasajera de SAS, la compañía aérea escandinava. La primer grata sorpresa fue que al hacer el checkin me entregaron una sóla tarjeta de embarque para todos los vuelos de ida de SAS. Un detalle de responsabilidad, sin gastos de papel superfluos.
Como en todos sus vuelos internacionales, regionales y domésticos, SAS ofrece servicio de bebidas sin cargo a sus pasajeros: té, café o agua. El resto de las bebidas tienen un cargo que puede pagarse con tarjeta de crédito en vuelo (y ya empezamos a ver la tónica que nos encontraríamos en Noruega: todo puede pagarse con tarjeta, desde lo más mínimo y en cualquier lugar. Algo que por el cambio, resulta conveniente para nosotros).
Algo a tener en cuenta. Cuando haces el checkin del equipaje, te dicen que va despachado a destino: en este caso a Tromso. En realidad, no es así (no sé por qué no te lo dicen claramente). En Oslo hay que retirar el equipaje y volver a despacharlo a tu destino final, ya que Noruega no está dentro de la Unión Europea a pesar de participar en el Espacio Económico Europeo (EEE), a través de la Asociación Europea de libre comercio (AELC). Por ello deberíamos hacer control de Inmigración y Aduanas. En la realidad, no es así. Llegas a la terminal de Oslo, subes una escalera, bajas una escalera, esperas en la cinta y sales al hall central sin darte cuenta que “había un control de Aduana“. Puede que de vez en cuando controlen, pero al menos en el momento en que yo pasé, no había nadie atento a estos trámites. Por lo tanto, vuelta a subir, sacar el marbete de la maleta en las máquinas automáticas, ponerlo como mejor puedas, y dejarla en el mostrador de drop off. Todo con el boarding pass que te dieron 2 vuelos antes, cuando saliste de Barcelona.
Pero me estoy saltando el stop en Copenhague. Para mí, y salvando el de Barcelona, fue el aeropuerto más completo que vi en este viaje. Completo, con todo tipo de servicios, tiendas, opciones de gastronomía, etc. Una curiosdad: a falta de una capilla u oratorio, tiene un Silent Lounge donde se permite descansar en silencio, donde están prohibidos los móviles, se puede rezar, o simplemente pasar la espera en tranquilidad. Me asomé para sacar una foto, pero había 3 personas cada uno en lo suyo: mirando la nada, rezando el rosario católico una y con los brazos abiertos y los ojos cerrados, otro. Dos de ellos me fulminaron con la mirada en cuanto asomó mi iPhone y decidí no hacerme de enemigos por allí.
La espera fue amena, aunque la conexión wifi del aeropuerto era de pago y bastante mala. De todas formas, el tiempo me alcanzó lo suficiente para recorrer toda la zona de embarque, para ver sus servicios. Grandes tiendas, pequeños corners con golosinas o bijoux, souvenirs o prensa internacional. Para comer, lo que quieras: pizza, ostras, kebab, fast food, o restaurante de categoría. Todo muy cool y modernoso. Como los daneses.
Copenhague - Oslo: 1.10 horas
Llegada a la capital noruega con el tiempo justo y necesario para retirar el equipaje como les conté. Vuelta a despachar y una corta vuelta por el aeropuerto. Ya le dedicaria mas tiempo al regreo, cuando vuelva con los compañeros de viaje para pasra un par de días en Oslo y cuando salga de regreso a casa.
La primera impresión es la de un aeropuerto mediano, simple, funcional aunque el temita de subir y bajar escaleras para retirar el equipaje y confundirte con los pasajeros que acceden a la terminal para embarcar, no lo entiendo mucho. En fin. El aeropuerto tiene una sola terminal, angosta y alargada a la que se accede rápidamente desde el centro de la ciudad con el tren de alta velocidad o Flytoget (del que les hablaré a mi “regreso” a Oslo”).
Lo que me llamó la atención del hall de checkin es la disposición de los counters en islas (como en la Terminal nueva de El Prat) pero sin separación visual entre las islas. La zona de pre-embarque también es muy simple, con las gates más reducidas que las de Copenhague: apenas un counter y algunas escasas sillas para esperar. Por lo que visto lo visto, me compré una ensaladita y un agua y me dispuse a esperar en el bar frente a la puerta 19.
Otro vuelo.. y van.
Oslo - Tromsí¸: 1.45 horas
Casi dos horas de vuelo de Sur a Norte dentro del propio país. Desde la desembocadura del fiordo de Oslo hasta la capital de la Laponia noruega. Y quedaría mucho más para subir.
Esta vez el aliciente era encontrarme con los compañeros de viaje que estarían ya en el aeropuerto esperándome para seguir viaje. Carmen, Pau, Ana, Juan Carlos, Helen, José Luis y Luca. Un equipazo profesional y sobre todo humano que convertirían un viaje estupendo en inolvidable.
Saludos, abrazos, sonrisas. Un reencuentro de colegas y amigos en un entorno totalmente distinto al que nos había reunido a la mayoría unos días antes, en la Sierra de Gredos. Recoger el equipaje y volver a despacharlo: todo en 3 minutos y 10 metros ya que éste es ya un aeropuerto pequeño.
El cielo amenazaba nieve. La misma que había acompañado a mis a amigos en su primer día en Tromsí¸. Ya eran las 22 horas de “la noche” y el cielo seguía iluminado aunque cubierto por una espesa capa de nubes que nos descargó aguanieve camino al avión.
Tromsí¸ - Hammerfest: 40 minutos
Caminando por la pista y venciendo el viento helado (no había tomado “aire libre” desde el cambio de terminales en Barcelona, 10 horas y 20 grados centígrados antes). Así llegamos al avión que nos llevaría casi hasta el Cabo Norte (casi). Un Bombardier Q o DHC-8 turbohélice para unos 30 pasajeros.
Fueron 40 minutos de viaje en el que el famoso “Sol de Medianoche” no se apartó de nuestra ventanilla. Por encima de las nubes gordas y persistentes, haciéndose espacio entre ellas para regalarnos un anticipo de lo que nos esperaba a más de 700 kilómetros al norte del Círculo Polar, en la Laponia noruega.
Llegamos al pequeñísimo aeropuerto de Hammerfest y después de recoger el equipaje de la única cinta y abarcar toda la terminal de un vistazo, nos fuimos al hotel. Sí, al fin salía de un aeropuerto en este largo día. Habían sido 18 horas desde que salí de casa y llegué a mi cuarto de hotel. Tiempo necesario para peregrinar por los cielos europeos de Sur a Norte y llegar a las puertas del Cabo Norte.
Este post se hizo tan largo como ese día. Espero que lo terminen con la misma expectación que yo tenía cuando cerré los ojos, habiendo corrido las cortinas blackout del cuarto para lograr una falsa oscuridad nocturna. Expectación y curiosidad por saber qué me depararía este long way North hacia el Cabo Norte.
Dejo aquí el recorrido que hice en una galería de fotos de todos los vuelos del viaje completo, que fui haciendo a medida que tragaba millas aéreas.
Sugiero leer: El próximo viaje: Rumbo al Cabo Norte, Noruega
Más posts sobre Viaje a Cabo Norte
1 Comentario
Nadie dijo que fuera fácil llegar hasta uno de los confines de la Tierra ¿verdad?