Hablábamos hace pocos días sobre la aparición de toda una cultura low cost especialmente en el mundo de los viajes. Una de las grandes apariciones en este escenario han sido las plataformas persona a persona que se basan en la interrelación global que permite la red para conseguir beneficios para ambas partes del hilo.
Siempre existió la recomendación personal. Ibas de viaje a algún lado y luego, la tarjeta del hotel donde te habías alojado tan bien, pasaba a manos de uno de tus amigos. Conociste a un taxista que te fue a buscar al aeropuerto sin tener que depender de los traslados mas caros, y su teléfono volvía a casa apuntado en un papelito y de allí llegaba como “buen dato” a tus colegas del trabajo que visitarían la misma ciudad.
Hoy hacemos lo mismo pero a nivel global. Contamos nuestras experiencias en foros y comunidades, colgamos nuestra foto y hasta las fotos del hotel o del taxi en nuestro muro de Facebook. Y ya no dependemos ni siquiera de la recomendación directa de nuestros contactos.
Existen plataformas para compartir viaje, para dar alojamiento o dormir en el salón de otra persona en la ciudad que quieres conocer, formas de conseguir un compañero de viaje o de beneficiarte de una visita guiada gratuita acompañado por locales.
No es la cultura del “todo gratis”, sino que hay una contraprestación. A veces es un pago acordado, en ocasiones es un intercambio de servicios: tú me acompañas a recorrer tu ciudad, yo te alojo en mi casa cuando vengas a la mía. En estos casos nos queda la sensación (y la certeza) de que ambas partes salimos ganando algo. Bien distinto a lo que percibe nuestro ánimo (y nuestro bolsillo) cuando simplemente aceptamos las condiciones de una empresa “a la antigua”.
Y dentro de todas estas formas de entrar en contacto persona a persona, prestador con “cliente” directamente a través de la red, surjen propuestas muy alentadoras para el bolsillo y a nivel sociológico también. Aprendemos a confiar en la prestación entre personas así como en la de empresas. Vamos, lo que fue el inicio del comercio entre humanos, el tradicional mercado, pero ahora online.
Y nos vamos acercando a plataformas como MovoMovo, por ejemplo. Una herramienta online que pone en contacto a dueños de coches con gente que necesita alquilar coches. Parece sencillo, y lo es. En este encuentro virtual se ponen en contacto ambas partes del hilo. Quienes ofrecen y quienes demandan pactan condiciones libremente: tiempo, lugar, seguro, gastos, forma de pago, etc.
A nivel personal (casi sociológico) se amplían así las posibilidades de conocer gente, de hacer buenas relaciones y hasta de concretar negocio con otros aún a miles de kilómetros de distancia. También está el hecho de desmitificar al comercio de ciertos servicios y ver que lo fundamental es prestarlo y recibirlo, y que las estructuras que se han montado alrededor de este hecho muchas veces inflan el costo real a niveles increíbles.
Claro está que siempre habrá diferencias entre un servicio prestado por una empresa y el prestado directamente por un particular a otro. Hay mercado para todo. Sin embargo, ya no somos rehenes de un abanico de empresas que dan, en este caso, alquiler de coches, sino que tenemos herramientas para encontrar directamente, por ejemplo, alquiler de coches en Barcelona o en otras ciudades españolas.
Por el momento se está iniciando, por lo que la cantidad de ciudades y vehículos ofrecidos crecerá mas aún a medida que unos y otros (ofertantes y demandantes) vayan conociendo estas plataformas, probándolas y perfeccionándolas.
Foto | Cillevi