Las historias de dos carteles, separados por miles de kilómetros e igualmente icónicos, podrían tener un final similar. Pero…
Hace pocos días los madrileños y vistantes levantaban la vista al cielo y veían como se desmontaba el famoso cartel publicitario de Tío Pepe sobre uno de los edificios de la Plaza del Sol, en Madrid.
No lo están quitando para siempre. Es sólo una mudanza temporal hasta que el edificio se remoce y Tío Pepe vuelva a su lugar. Porque es impensable la Plaza del Sol sin ese cartel. Y por ello el Ayuntamiento de Madrid que tiene regulaciones estrictas para la polución visual, ha sabido preservar a este cartel y a algún otro (el de Schweppes en la Gran Via) porque forman parte del patrimonio y hacen a la imagen de la ciudad.
Son hitos en Madrid así como lo son la Fuente de Cibeles o la Puerta de Alcalá. Y así se ha entendido.
Mas de 10.000 kilómetros mas al sur, en mi ciudad natal Mar del Plata, desde 1924 existe un hermoso muelle en las playas del centro. Sobre el mismo, la sede del Club de Pesca. Aparece en todas las postales desde entonces. Un símbolo de la ciudad, sobre el mar, que desde 1927 llevaba sobre el edificio un cartel publicitario.
Fue Gancia (un aperitivo), Balcarce (una marca de dulces), Celusal (una de sal de mesa) y en los últimos 9 años estaba Quilmes (la cerveza). En la última intervención para dar lugar al cartel cervecero, se pasaron un poco de medidas y el cartel era demasiado grande. Convengamos en ello.
Sin embargo, mi ciudad para que no quepan dudas que es tan progresista y cuidadosa del ambiente como la mejor del mundo, decidió poner freno a la polución visual y el cartel de Quilmes fue desmantelado el pasado mes de noviembre.
Nos queda una imagen amputada en la típica postal marplatense.
No quiero aventurarme, porque no lo he visto, pero me imagino que la mano limpiadora de polución visual no habrá pasado tan rauda por los carteles comerciales que ensucian las calles de la ciudad, ni los anuncios pegados y repegados en paredes, puertas y árboles, ni los neones decadentes de las marquesinas. Hay que tener gestos llamativos para que se vea que hacemos.
¿Patrimonio cultural? Sólo una montaña de hierros con fines de lucro.
Quienes jugamos bajo el espigón de Gancia, miramos el mar enamorados desde el espigón de Balcarce y nos despedimos de nuestra ciudad con la imagen del espigón de Celusal en nuestros ojos, no podemos pensar el perfil de Mar del Plata con un cartel sobre el Club de Pesca que diga: “Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires”.
Un nuevo cartel (¿no combatíamos la polución visual a rajatabla?) que vendrá a recordarles a los cientos de miles de personas que visitan la ciudad, dónde están. Como si las imágenes que se tomen del mismo necesiten una explicación y otros sean los que reciban otro tipo de lucro… “político”.
Como un ridículo pie de foto.
La foto es de la web del restaurant Espigón de Pescadores, que está sobre el muelle y donde se come de maravilla, con una vista impresionante.
Para leer:
* El espigón que marcó la historia en Historia de Mar del Plata.com
2 Comentarios
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