Unos días en una posada brasilera frente al mar. La oferta sonaba tentadora y no tardé ni medio minuto en confirmar mi asistencia a este fam tour organizado por una cadena de posadas en Brasil.
Los fam tours o viajes de familiarización se han organizado toda la vida para que los agentes de viajes conozcan productos y servicios que luego van a ofrecer a los clientes que les consultan. Esta invitación llegó a la agencia donde trabajé tantos años, y me encantó la idea de hacer un nuevo fam tour y a esta zona tan bonita de Brasil.
Recordaba este viaje al ver la promoción Tus vacaciones te han escrito una carta de Costa Cruceros, en la cual te invitan a que cuentes tus peores vacaciones. Fácilmente este viaje a Brasil que prometía ser maravilloso y terminó siendo una pesadilla, podría servirme para enviar mi relato y aspirar a ganarme el premio del concurso: ¡un crucero de 7 días para 2 personas!
Les cuento:
La costa al sur de Rio de Janeiro tiene hermosos rincones donde la sierra (os morros) se precipitan a una amplia bahía con calas y penínsulas que siguen los recortes del terreno, con islas pequeñas y la Ilha Grande en su interior.
Su vegetación exhuberante y cerrada hace que lugares como Portogalo, Monsuaba, Jacuiba o Angra dos Reis ofrezcan posadas que parecen colgadas sobre la sierra, rodeadas de verde y con una pequeña y paradisíaca playita a sus pies. Hacia allí íbamos, para disfrutar de 5 días de visitas a la zona y actividades deportivas.
La llegada a Rio de Janeiro bajo un fuerte chaparrón no nos trajo ningún inconveniente ya que teníamos un pequeño bus esperando para llevar al grupo (unos 8 agentes de viajes argentinos) hacia Angra dos Reis. Caminos estrechos cerca de la costa hasta llegar a la posada.
Un encanto de lugar, con las habitaciones dispersas en la espesura de la sierra, conectadas a la cabaña principal por caminitos de tierra. Seguía lloviendo.
Poco duró el encanto de la posada y el paisaje. Para cuando tuvimos que caminar hasta el restaurant para la cena (con nuestras mejores galas), los caminos estaban empantanados porque que el suelo arcilloso ya no absorbía mas agua de lluvia. Pero de alguna manera llegamos (con barro hasta las rodillas).
La cena fue un exquisito buffet que nos dejó el personal antes de irse a sus casas diciendo: “No podemos esperar mas, si sigue lloviendo se cortará la carretera y no podremos volver“. Y así fue.
A medianoche se cortó la luz. Y no volvió en los siguientres 5 días.
El personal del hotel tampoco volvió.
La carretera efectivamente se cortó a raíz de un deslizamiento de esos hermosos morros y estaríamos aislados hasta que las máquinas pudieran volver a abrir el camino. Sin luz ni personal del hotel, con un sólo teléfono fijo de la recepción y 5 días por delante.
Los integrantes del grupo nos dedicamos a pasar el tiempo consumiendo lo menos posible ya que a la posada todo llegaba por la carretera cortada y nos tendríamos que arreglar por nosotros mismos con la comida que allí había.
El programa cambió drásticamente: de las excursiones, días de playa y paseos en barco, pasamos a siestas, leer y releer las revistas del hotel y nos inventamos “actividades”. Por ejemplo: uno de los jardineros de la posada que vivía allí mismo, nos enseñó a bailar lambada. Y hasta organizamos un concurso de baile entre las 12 personas que estábamos en la posada: nosotros 8, el jardinero, su mujer y los dueños de la posada. La mujer del jardinero fue la encargada de cantar a capella los 2 o 3 temas que conocía, porque no teníamos cómo escuchar música.
Finalmente, al quinto día, vimos llegar una lancha al atracadero del hotel y nos avisaron que era nuestro “traslado de salida“. Bajamos por una estrecha escalera de madera hasta la playa con nuestra maleta colgando de la espalda atada con una sábana y los pies metidos en el barro.
La barca nos llevó hasta Parati, un precioso pueblito colonial digno de visitar. Y como no teníamos otro programa hasta que llegara el bus a recogernos, y con unas ganas insaciadas de “ver y conocer“, nos fuimos a caminar por las calles empedradas del casco colonial del pueblo con nuestras pintas de Robinson Crusoe.
Antes de volver a la civilización, dejamos nuestras huellas de barro en la pequeña y blanca iglesia de Santa Rita. Seguía lloviendo.
Tal vez tienes una historia parecida, de ese viaje en el que todo salió mal. Puedes enviarlo al concurso Tus vacaciones te han escrito una carta de Costa Cruceros. Y si pasas alguna vez por Parati, no dejes de entrar en la iglesia y recuerda a un grupo de andrajosos agentes de viajes, hambrientos y aburridos pero eximios bailarines de lambada que por allí pasaron un día de lluvia.
Imágenes de deltafrut
5 Comentarios
Lo siento Valeria, pero no pude evitar reirme durante un rato imaginando la situacion, bailando lambada y con barro hasta las rodillas. Y una pena porque tanto Parati como Ilha Grande son lugares preciosos (cuando no llueve,claro) y tienen en sus alrededores lugares para visitar espectaculares. Y mira por donde en Angra dos Reis nos quisieron meter en una pousada donde habia tantas humedades que el moho crecia por las cortinas y el colchon, empapado,estaba forrado de papel de periodico. Solo faltaban los champiñones. Un saludo y feliz 2012.
Y yo me reà mucho recordándolo y escribiéndolo. Afortunadamente no han quedado fotos de las pintas que llevábamos. He podido volver en otras oportundiades con mejior tiempo, y realmente es un lugar digno de visitar. Saludos y un buen año, Antonio !
Caray, Valeria, qué papelón. Os imagino haciendo hogueras con las cortinas y contando historias a la luz de las velas :) Vaya, espero no tener historias que rivalicen con esta tuya :D
Cuando tantas cosas salen mal, al final te relajas y disfrutas de lo que queda. ¡Menos mal que a nadie se le ocurrió inmortalizar esa bajada de escalera con las maletas atadas a la espalda y los pies en el barro!
[…] esas largas travesÃas por carretera en el interior de Estados Unidos. Por experiencia: aquella que contaba, cuando estuvimos aislados por los aludes de barro, entre la montaña y un barranco, durante una […]